EL AGOTAMIENTO DEL CONTINUO HACER

¿No has tenido a veces la sensación de que, por más que hagas, la sensación de insatisfacción continúa aumentando?

Todos los que formamos esta sociedad nos hemos creído que la felicidad la hallaremos si no dejamos de buscar, de hacer, de planificar.

Cuando surge la novedad nos ilusionamos, pero cuando ésta se desvanece, volvemos al mismo punto de frustración del principio. Esto se debe a que nos estamos conformando con ese chute de dopamina efímero que nos provoca cada vez más adicción y a la vez lejanía de quienes somos en realidad. Creemos que una nueva pareja, un nuevo proyecto, otro viaje, una nueva casa, un coche nuevo, jubilarme, van a "curar" ese desaliento, esa sensación de vacío que experimentamos.

Y lo peor es que seguimos en esa búsqueda sin fin alentados por la culpabilidad del pararse, cuando eso es justo lo que debemos hacer, pararnos. Pero si lo hacemos creemos que somos poco productivos, inútiles, vagos, desagradecidos.

Lo que buscamos en el fondo es aquello que SOMOS. Y eso no se encuentra buscando fuera, sino dentro de tí. Conectando contigo, sin hacer grandes cosas. Sólo pararte a escuchar tu corazón, tu respiración y hacer que la loca de la casa (tu mente), deje de parlotear por un momento para poder escuchar esa voz interna que te recuerda quién eres.

Siempre digo que los grandes maestros y los amos del presente son los niños y los animales. No saben de pasado ni de futuro. Todo su SER está SIENDO ahora.

Tu mente estará pensando al leer esto que quién paga las facturas si me paro, si no hago, si no voy a trabajar. Todo eso tenemos que hacerlo, porque no se trata de dejar de hacer, sino de hacerlo desde otra CONSCIENCIA.

Ya lo decía Einstein:

"Un problema no puede ser resuelto en el mismo nivel de consciencia en que fue creado".

Si la manera de siempre no nos está funcionando es porque necesitamos pasar a otro nivel, y para lograr esto tenemos que pararnos.

Te invito a pararte al menos dos o tres veces al día, respirar de manera consciente y dejarte sorprender por lo que pueda ocurrir.